Para Angy
Tus pechos, palomas sigilosas
enardecidas en su nido palpitante
me perturban,
me provocan,
me inquietan,
me socavan,
me erosionan,
me rompen en fragmentos incendiados
y arrastran turbulentos hacia su abismo,
tibio, pálido, blando y turgente,
mi boca húmeda desesperada de besos.
Mis labios sedientos de la tersura infiel
de la cárcava suave que los separa,
se deslizan hundidos y hambrientos
en su altiva la curvatura turgente.
Desde mis escombros de macho solo
acecho el incesante palomar de tus pechos
como un tigre herido en el verde furioso
de la jungla impenetrable de tu cuerpo.
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