Para Alma Georgina Madero
Bajo los verdes, los rojos, los fucsias,
los amarillos y los azules,
los anaranjados fosforescentes,
todos en arcoíris encendidos,
en manchas en medio del negro,
en la penumbra del salón
y en la guirnalda de lucecitas
allá atrás en el bar aun vacío,
surge tu imagen de diosa nocturna
toda ampulosa y sensual
como excitante madona de Rubens.
Y tu piel desnuda ilumina
entre el negro del corset
de tu brassiere y tus bragas
la noche que se inicia
turbulenta de machos deseosos,
iluminada por esa otra luz
del candelabro de vergas erectas
que en celo te asedian y buscan
en la turbia oscuridad de colores
el rojo clavel de tu boca mamadora
para consumar el placer secreto
que esconde la plenitud de tu cuerpo.