martes, 24 de febrero de 2009

TE ESCRIBO


Para Sonia


Te escribo ungido por los deseos

de tocar tu cuerpo

de acariciar tus nalgas

de rozar tu piel

en la desnudez de tus hombros

y de tus muslos deliciosos.

Te escribo urgido por mis ansias

de besar tu roja boca

de encopar tus pechos

de escuchar excitado

el frufrú de tus medias

y tus quejidos de hembra en celo.

Te escribo inducido por los anhelos

de sentir tu erecto roce secreto

de mimar tu pelo

de poseer tu cercanía

en sus ofrecidas curvas impúdicas

y en su sexualidad desatada.

Te escribo encendido por la visión

de tu sensual liguero

de tus ojos inquietantes

de ese lecho aun intacto

donde en eróticos sueños me hundo en ti

y te penetro hasta el grito de tu orgasmo.


¿EXISTIRAS?


Para Marcela


¿Existirás real, ardiente y solitaria

o solo eres un femenino fantasma

que deambula sensual y perfumada

por los oscuros salones de mis sueños?,

o es mi obsesión por tu madura tibieza

la que me hace crear tu cuerpo pleno

tu piel encendida en sensuales tibiezas

tus pechos encerrados en celeste

tu pubis bajo azul encarcelado

tus manos coquetas, tus brazos

tus muslos tibios, tus piernas

tu madurez de hembra ansiosa.

¿Existirás como te imagino

sexual y fogosa y quemante

o solo eres una erótica silueta

que reflejan mis erectos anhelos?


DE TUS PECHOS UN DIA


Para Elisa


Día habrá

en que rompa las albas jaulas

que en femenino bordado

atrapan y encopan

esas turgentes palomas

de moreno terciopelo.

Tiernas y tibias aves,

que esperan ávidas;

las viriles manos

que con sus caricias

las despierte,

y la boca con besos

que las libere y eleve

a la altura de tus sueños.

Día habrá

en que el roce de mis dedos

como una leve brisa,

encienda los oscuros soles

que acechan bajo el blanco,

y se erecten duros y sensibles,

rendidos a mis manos

ansiosos de mis labios

libres al fin

de su dormida espera.

Día habrá

en que entre el sutil volar

de las palomas de tus pechos

y el dulce despertar

de tus delicados pezones,

encontraré el sendero

que lleva paso a paso

a la plenitud de tus deseos.


TU PIEL


Para Elisa, hembra oculta


Desde todas las distancias a tu piel,

a su morena suavidad de terciopelo,

mis deseos urgen ardientes cercanías,

para verter en ella sus tormentos.

Porque sé que en esa carne palpitante

hay una hembra oculta que te habita

deseosa de cumplir sexuales fantasías;

aunque finge en el escorzo de la imagen,

una ambigua quietud de fiera en celo.

Y es que la dulce lujuria que despiertas

con tu blanco sostén y tus breves bragas

desata la obscena obsesión de tocarte,

de yacer contigo en el pecado de la carne.

Deben presentir tus femeninos instintos

que la lúbrica visión de tu muslos,

de tus coquetas nalgas turgentes

de tu espalda y su suave surco

de tus manos ocultando

de tus pechos encopados

de toda la desnudez tu piel expuesta,

erecta y endurece a todo macho ávido

que con su hambre y su sed te mire.


LA MANO DE ELISA


Para Elisa, mujer escondida


En la brevedad deliciosa de tus pechos

en tu mano con sus rubíes encendidos

en tu piel apenas vista en tu recato,

veo el aletear de la escondida paloma

que busca alzar el vuelo hacia tus sueños.

En tus pechos, dunas de un calido desierto

acechan tibias las arenas de tus insomnios

esperando la caricia tierna pero impúdica

de aquel que romperá el cristal de tus miedos

y te hará florecer vibrante sobre un lecho.

En tu piel, bajo la blusa y la turquesa

siento el estremecimiento de tu alma,

como una intensa mariposa atrapada,

e imagino su roce sensual contra otra piel

incendiando la yesca reseca de la noche.

En esa mano que toca, acaricia o esconde

tu suave seno de mujer en intima hoguera,

veo las ansias desoladas que te queman,

esos deseos que vagan inquietos buscando;

la brusca salida, la puerta o la pequeña grieta

por donde huyas a la plena libertad de tu cuerpo.