Para Elisa, hembra oculta
Desde todas las distancias a tu piel,
a su morena suavidad de terciopelo,
mis deseos urgen ardientes cercanías,
para verter en ella sus tormentos.
Porque sé que en esa carne palpitante
hay una hembra oculta que te habita
deseosa de cumplir sexuales fantasías;
aunque finge en el escorzo de la imagen,
una ambigua quietud de fiera en celo.
Y es que la dulce lujuria que despiertas
con tu blanco sostén y tus breves bragas
desata la obscena obsesión de tocarte,
de yacer contigo en el pecado de la carne.
Deben presentir tus femeninos instintos
que la lúbrica visión de tu muslos,
de tus coquetas nalgas turgentes
de tu espalda y su suave surco
de tus manos ocultando
de tus pechos encopados
de toda la desnudez tu piel expuesta,
erecta y endurece a todo macho ávido
que con su hambre y su sed te mire.
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