Para Angy, soñadora
Es en el dejo como triste
de tus ojos tan lejanos
que adivino la fragilidad que ocultas
bajo el tenue velo de esa roja sonrisa.
No alcanza la dulzura de tu rostro
ni la delicada pose de tus manos
ni tu cuerpo de niña
para rescatarte de la melancolía
que reflejas en los espejos, los ojos,
los ensueños y los sueños.
Arden en ti antiguos fuegos nocturnos
misterios sagrados de tu alma
donde los escondidos tactos,
esas caricias ausentes en tu piel,
despiertan como densos amaneceres
en medio del insomnio de la noche.
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