domingo, 30 de diciembre de 2007

LA PERLA EN EL LABERINTO


Para Perla

Entre las puertas de su propio laberinto
pasiva absolutamente, vestida de nena,
busca la activa madurez del amor tranquilo,
perla única en el ancho mar de los deseos.

Contra el muro en quieta soledad, sueña,
con el príncipe o la princesa que la despierte
y le de los placeres que su carne ansiosa
ofrece y pide en un arrebato de amor-pasión.

Discreta, púdica quizás, la escondida perla,
entre los cristales de sus tacos y sus ojos
deja ver la suave iridiscencia de su cuerpo,
esa sinuosidad de ola y de arena que la vive,
apenas oculta en la miel de sus medias
y en el negro del liguero y del brassiere.

Solo en el rojo beso de su boca y su porte;
de mujer-hembra-amiga-amante, declaran
lo que sus ternuras son capaces de dar.

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