domingo, 30 de diciembre de 2007

KRISTAL SOBRE EL LECHO


Para Kristal

Hay un lecho, como otoñal, con grandes hojas amarillas, de tenue verde y también de un azul sutil como de bruma.

Sobre el lecho un cuerpo, desnudo, a piel viva, pálido, placidamente recostado, las piernas muy juntas como si escondieran o temieran algo, y las manos, ambas, posadas en relajada actitud inmediatamente bajo los pechos.

Los pulgares abiertos dejan ver los pequeños pezones, de un delicado color café claro, breves pero de botoncitos erectos y llamativos.

Los sobrios brillos dorados del oro de una pulsera y dos anillos son la única interrupción de esa desnudez que sobrecoge en su exquisito descaro.

No se ve el rostro ni las rodillas ni los codos, solo el torso suave y el vientre plano.

El ombligo, de una sensualidad pura y frágil es el centro de la imagen, el punto central de toda la piel extendida y virginal.

La cintura delgada remarca la provocativa curva de las caderas, anchas, delineadas, muy suaves y que llaman a la caricia.

Todo el cuerpo esta depilado, lo que le da una pureza casi inverosímil, excepto en el pubis, donde un sedoso nido simétrico de largos vellos oscuros define el voluptuoso e inquietante triangulo sexual.

No hay nada impúdico ni obsceno en la visión de este cuerpo quieto, silencioso, como esperando, pero despierta en el observador inevitables sensaciones morbosas, lúbricas, lascivas, como si el solo mirarlo fuera un delicioso pecado.

Quizás la lujuria que esconde esta en los ojos que se deleitan en el y no en su sublime y serena belleza.

No hay comentarios: