Para Alejandra
En rosado campo dos colinas perfumadas
y en la piel el sabor dulce de la hembra.
En las colinas un botón sensible corona
como impúdico aviso de ardientes deseos.
En delicados breteles los pechos soportan
las ansias que palpitan por la atrevida caricia.
Bajo la tela el pezón inhiesto se adivina
y en la tersa piel a la mujer que espera.
El rosado tierno y la piel pálida abruman
del ciego misterio de tu rostro y tu pubis,
de tu cuerpo entero, desnudo, solo imaginado.
En rosado campo dos colinas perfumadas
y en la piel el sabor dulce de la hembra.
En las colinas un botón sensible corona
como impúdico aviso de ardientes deseos.
En delicados breteles los pechos soportan
las ansias que palpitan por la atrevida caricia.
Bajo la tela el pezón inhiesto se adivina
y en la tersa piel a la mujer que espera.
El rosado tierno y la piel pálida abruman
del ciego misterio de tu rostro y tu pubis,
de tu cuerpo entero, desnudo, solo imaginado.
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