Hembra perfecta, dueña de los deseos
Detentas absoluta el erotismo de los sueños
Desde tu boca en rictus de reina
Sobre tus ojos de lejana diosa egipcia
Por tus manos en femenina actitud
Tus soberbios pechos asomando turgentes
Tu vientre impoluto sobre la tanga que oculta
En su sombra tu tierno y ambiguo secreto
Y en tus muslos suaves que atrapan las caricias
Hasta el borde mismo de tus medias intocables
Hembra devoradora de urgidos machos en celo
Tu madures orgullosa te hace aun mas dulce
Y en tu piel sagrada se acumulan los deleites
De las sabias meretrices del templo de Eros.
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