Para Vero, siempre ella
Ni el negro cuero ni el brillante metal
ni el collar entre tus pechos
ni las cintas de tus tacones
ni tu pose sensual ni tu boca insaciable
pueden obliterar tu carne pura y tibia
tu piel suave y viva para los deseos
tus ojos que ofrecen paraísos desconocidos
y la obsesión por tu pubis ambiguo
donde se esconde tierno y salvaje
el más oculto de los sueños
te todos los machos sobre los que reinas
soberana de sus dulces impudicias
y diosa de las fiebres de varones inciertos.
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