domingo, 3 de abril de 2016

LA HEMBRA QUE SE SUEÑA


Para Briggite Gonzales

Ahí semidesnuda eres hembra jugando en medio del coqueto desorden de tus sensuales ropajes y colores, jugando a hacer posible lo imposible, a explorar otros signos de tu perfecta feminidad, jugando a sentirte mariposa abierta, flor profunda o joya invisible. Ahí esparcidas están las bragas de reina sospechosa, los falsarios brassieres tentadores, los jeans y las faldas, las medias y las blusas, tus vestiduras de herética esfinge, tus galas de dama que se sueña princesa encantada en un territorio prohibido. Entre los rojos pasionales, los dulces anaranjados, el blanco de lo alto y los cálidos amarillos, entre muros y cortinajes, junto al lecho donde habrás pecado de deliciosas y penetrantes sodomías, donde habrás consumado tus sueños de pervertidas lujurias de mujer esplendorosa, allí entre las sábanas deshechas que aun guardan tu femenino perfume y el lúbrico aroma de tu sudor de hembra paladeada, poseída, penetrada. Ahí las delicias de tus hombros y tus nalgas, de tus provocativas piernas enfundadas en las negras redes de sutiles arabescos, tus pálidos muslos y el surco del confuso placer. Ahí te reflejas en el espejo voyerista como inquietante mujer secreta, flor en su capullo, sirena de los turbios océanos del vicio, te escondes quizá avergonzada en el suave y largo oleaje de miel de tu pelo, te dejas observar como un ángel encadenado a una corporalidad equivocada. Ahí con tus tacos aguja y tu pose de ninfa sorprendida, hueles a semen a besos a saliva vertidos en tu piel en la confusión de la atávica cópula equívoca, te sabes sensual e inquietante, poseedora de los dones del sexo y de la ambigua seducción. Ahí semidesnuda eres una silenciosa hembra que se sueña.


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