Para Dolores
Escondida en su
rincón secreto
juega a ser
mariposa en su capullo
su breve clítoris
tímido bajo la seda
y los femeninos
bordados perlados.
Son ciegos testigos
del prodigio:
el mudo y quieto muro
de ladrillos
los blancos baldes
boquiabiertos
la larga manguera fálica
y lacia
la sábana y la
cómplice cortina
que la oculta de
ojos pervertidos
de miradas ansiosas
y babeantes
de erectos machos
que ella imagina
de sodomíticos
deseos penetrantes.
En el pudor de la
hembra en celo
de virginales
piernas muy juntas
se esconde la
mariposa en su capullo.
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