Para Alondra, desnuda
Y allí te espío prohibida y
desnuda
vestida solo con negras redes y
botas,
lo demás es la hembra de piel
morena
y sus provocadoras curvas
femeninas.
Y es una fiesta tu cuerpo engalanado
con tentadoras nalgas de potranca
y un procaz y excitante arco lumbar,
es un aquelarre de desvergüenzas
e incitantes y sexuales desparpajos.
El rojo cortinaje, la pared
pastel
el verde pasto allá afuera en el
patio
la oscura caoba y la colorida
alfombra
ya no se ven ante la diosa
desnuda.
Velo entonces mi arma en tu honor,
no de imponente potro en celo
ni de cabrío macho endurecido
sino la breve y modesta mentula
de un tímido caballero excitado
que en tus suaves delicias fija
su mirada de macho algo obscena
y soez y escondida e impúdica.
Elevo mi arma en el solitario
rito
de la íntima masturbación viciosa,
mientras en tu desnudez lujuriosa
deambulas coqueta y perfumada
por los infieles salones de mis
sueños.