Para Elsa
Pálida, alta, estilizada, me acechas
desde la quieta visión de tu imagen
como una leona soñadora y terrible
en medio de la selva de mis instintos
Bajo el blanco blanco te escondes
pero tu suave piel te delata
y en tu trampa sensual me atrapas
imaginando la intensidad de tu sexo,
y veo tus dulces pechos anhelantes
escondidos en la brevedad del brassiere
que deslumbran inhiestos y sensibles
bajo el mismo blanco blanco que sueño.
Es que hay una mitad mía que se duele
de la distancia imposible a tu cuerpo
y otra que inevitablemente te desea,
a pesar de que solo seas ese sueño.
Urge mi carne tu pálida piel perfumada,
la despierta, la aviva, la tensa,
acosada por la visión del blanco blanco
y el sueño ansioso de lo que esconde.
Pálida, alta, estilizada, me acechas
desde la quieta visión de tu imagen
como una leona soñadora y terrible
en medio de la selva de mis instintos
Bajo el blanco blanco te escondes
pero tu suave piel te delata
y en tu trampa sensual me atrapas
imaginando la intensidad de tu sexo,
y veo tus dulces pechos anhelantes
escondidos en la brevedad del brassiere
que deslumbran inhiestos y sensibles
bajo el mismo blanco blanco que sueño.
Es que hay una mitad mía que se duele
de la distancia imposible a tu cuerpo
y otra que inevitablemente te desea,
a pesar de que solo seas ese sueño.
Urge mi carne tu pálida piel perfumada,
la despierta, la aviva, la tensa,
acosada por la visión del blanco blanco
y el sueño ansioso de lo que esconde.